
“No puede ser, ¿ahora que voy a hacer? San José es mi vida… el Bermúdez vacío, es como si se llevarán a la virgencita del Socavón”.

Los hinchas están desolados. Como un eco llegan los toques de pelota entre Humberto Murillo, Benjamín Maldonadoy el “Chueco” Armando Escobar, quizás la mayor estrella histórica de los Santos. Toques para los goles. 5 a 0 a The Strongest, 5 a 0 a Ingavi, 9 a 0 a Ferroviario, 5 a 0 a Aurora y un decisivo 2 a 0 a Chaco, el subcampeón. ¿Cómo no?, eran los “húngaros” (en recuerdo del mejor equipo del mundo de entonces la selección de Hungría) campeones indiscutibles de 1955, cinco puntos por encima del segundo, con la friolera de 54 goles en 20 partidos, a casi 3 goles por encuentro.
Pero esos sonidos de un estadio enfervorizado se van apagando y se mezclan con las lágrimas. 66 años después de esa gesta, 79 años después de la fundación en 1942 del club entre los trabajadores de la mina San José y bajo la batuta de Harry Keegan, llega esta hora amarga.

De entre los cinco clubes más laureados del fútbol del país, sólo Wilstermann y San José han descendido en algún momento de los torneos nacionales iniciados en 1950. A los santos les tocó por primera vez en 1999, pero era otro contexto, tan es así que en 2001 estaba de vuelta en la primera división, igual que pasó con los rojos de Cochabamba que volvieron para reverdecer laureles.

¿Que sentimientos tendría hoy Escobar, que pensará Freddy Cossío campeón del 95, o Marcos Ferrufino el DT campeón del 2007, o el goleador Carlos “Caballo” Saucedo, campeón del 2018? ¿Qué tendrá en mente el campeón mundial Daniel Valencia, ídolo de San José entre 1990 y 1993?

Es un terrible vacío y el inmenso dolor para una ciudad y un departamento que tienen el lema de “¡San José es Oruro y Oruro es San José!”.

En el contexto de una falta total de comprensión de la realidad (situación muy común en el fútbol profesional boliviano), el equipo santo comenzó a transitar desde 2020 un inevitable camino al despeñadero. La bola de nieve de las deudas que de manera genérica se valoraron en casi 6 millones de dólares, acabó por aplastar a uno de los clubes más entrañables y populares del país, probablemente el más identificado con una ciudad y con la hinchada más comprometida emocionalmente con un club y distribuida en todo el país a través de los residentes orureños.

El Tribunal Supremo de Apelaciones de la FBF, sancionó a San José con la pérdida de un total de 12 puntos en el campeonato de la División Profesional de 2021. La razón, el incumplimiento de la institución en el pago de deudas millonarias a jugadores y técnico (Carlos Saucedo, Rodrigo Ramallo y Eduardo Villegas). Tal situación anunciaba el desenlace. Para julio de 2021 el efímero presidente santo Sebastián Bueno renunció y quedó a cargo del problema un grupo colegiado de jóvenes dirigentes a los que el tamaño de las obligaciones económicas desbordó completamente.
Desde 2017 Wilson Martínez (apresado por malos manejos económicos) y Huáscar Antezana que condujo al club hasta principios de 2021, desarrollaron administraciones carentes del mínimo sentido de responsabilidad.
Pero además de las obligaciones antes citadas ya se habían acumulado una montaña de deudas. Entre las más ilustrativas ilustrativas de la debacle a julio de 2021 estaban (todas en dólares): al club Huachipato de Chile (1.250.000), Nauel Quiroga (277.000), Julio César Uribe (190.000), Omar Asad (185.500), Miguel Ponce (151.000), Juan Domínguez (135.000), Marcos Barrera (112.000), Marcelo Gómez (101.600), Luis Tancredi (79.646), Cristian Alessandrini (75.000), Javier Sanguinetti (53.500), Kevin Ceceri (50.000), Rodrigo Sánchez (43.800), Iker Hernández (34.440), Heber Leaños (20.240), Atlético Rafaela (15:832), Enrique Montecinos (9.166), José Caraballo (7.000) y Juan Manuel Leroyer (7.000). Sólo este paquete parcial, superaba los 2,7 millones de dólares en obligaciones.

El 19 de octubre de 2021 en La Paz, se selló la suerte de los de la V azulada, perdieron 4 a 1 con Bolívar. En 23 partidos jugados perdieron 22 y empataron 1, con un puntaje insólito de -11 puntos. Habían jugado la mayor parte del torneo con un equipo juvenil de admirables chicos que pusieron la cara por un club. con tanta historia y tanto simbolismo que sus lágrimas colectivas después de la derrota ante Bolívar (partido al que llegaron ya descendidos por el triunfo del penúltimo Real Potosí ante Oriente en Potosí), fueron la imagen más dramática de una realidad que planea como una gigantesca sombra sobre el fútbol boliviano en su conjunto.

Por su valentía y compromiso con el club y con Oruro, vale la pena recordar al equipo que jugó ante la academia paceña: Nova; Prieto, Moreno, Mollo (Ureña) y Delgadillo; Áñez, Velasco, Fernández y León (Mansilla); Thomas (Flores) y Bilbao (Auca). Anotó el solitario gol de los santos William Velasco de penal.
Esta historia dramática debiera servir de alerta roja a un fútbol que hace aguas por todas partes.
En cuanto a San José, es seguro que su alma no muere y que la fuerza de su pueblo y de sus hinchas, logrará devolverlo a la División Profesional y a la gloria que la historia le tenía y le tiene señalada.