1993 (ESTADOS UNIDOS) EL TIEMPO DE LA GLORIA
Treinta y seis años disputando eliminatorias, cuarenta y cuatro con la nostalgia del último Mundial (1950) en el que participó la selección. Bolivia cargaba muchas penas y muchos “casis” en un tránsito que le deparó amarguras y alegrías, pero estas últimas siempre insuficientes. El último trago fue siempre de hiel, a pesar de los méritos y los grandes momentos.
Para una nación apasionada por el fútbol como la nuestra, era un fardo demasiado pesado. En ese contexto debe explicarse el estallido y el desborde de casi siete millones de bolivianos que por unos meses, entre julio y septiembre de 1993, fueron literalmente capturados por el deporte rey. Por eso los gestores del milagro fueron encumbrados a la categoría de héroes. La historia de la clasificación tiene probablemente mayor significación que el título sudamericano de 1963, aunque no implique ninguna copa y no sea sino la primera etapa de una batalla que se definió recién en la Copa del Mundo.
Pero haber llegado por mérito propio al privilegiado círculo de las veinticuatro mejores selecciones del mundo, después de una maratónica eliminatoria que incluye a casi 200 federaciones en todo el planeta, nos da la dimensión exacta del mérito, mas aún si entre los rivales están dos de los grandes equipos próceres no solo de América sino del mundo entero, como son, por historia y resultados, Brasil y Uruguay.
En esta saga fascinante hay que destacar el trabajo de Guido Loayza (elegido presidente de la FBF en septiembre de 1992) y Percy Luza que timonearon una Federación deficitaria y descorazonada por los resultados adversos de sus equipos juveniles, que sembraron el escepticismo a una hinchada cansada de esperar y esperar sin resultados el “jacha uru” de nuestro futbol. Pero la esperanza simbolizada en el color de la casaca boliviana es lo último que se pierde. A mediados de 1992, cuando hablamos a Guido Loayza por primera vez del proyecto del libro La Epopeya del Fútbol Boliviano (1994) (base de este blog) nos dijo, “vamos a clasificar”. Por hablar no cobran plata, pensé. Ese optimismo sencillo tuvo mucho que ver con la fiesta que se vino.
Una circunstancia que en cualquier otro momento se debía considerar como un grave problema, se transformó en una bendición. La organización FACRUZ (Futbolistas Agremiados de Santa Cruz), germen de FABOL (Futbolistas Agremiados de Bolivia), decretó un paro indefinido de jugadores hasta que se promulgara el estatuto del jugador. El conflicto llegó a punto muerto que se tradujo en la suspensión del primer torneo del año 1993. Ese receso permitió que la selección que se preparaba para la Eliminatorias que comenzaron en junio, pudiera trabajar a tiempo completo y dedicación exclusiva.
UN TÉCNICO IGNOTO Y UNA NUEVA FILOSOFÍA
La primera apuesta fuerte de los dirigentes de la FBF, casi suicida, obra entre otros de Mario Mercado y su inveterada admiración por el futbol europeo, fue la contratación de un ignoto DT español, vasco para más señas, de extraño y difícil nombre, Xabier Azkargorta (que luego hasta el niño más pequeño del país pronunciaría correctamente). De discreta trayectoria como técnico, Azkargorta, médico deportologo, había recorrido también los caminos del periodismo deportivo. Acompañado de Antonio López (que a su vez sería uno de los técnicos más exitosos de la selección), Luis Orozco, Carlos Aragonés y el médico Miguel Elías Zaiduni, y una gran carga de osadía, llego a La Paz en medio de las brumas del silencio una mañana de noviembre de 1992. De ahí en más escribiría una historia alucinante.
El equipo se preparó a partir de enero de 1993 con la precipitada participación en la Copa Nehru de la India, todavía sin Azkargorta al mando, siguió con una larga serie de partidos preliminares, la mayoría de ellos de visitante. Emprendió por primera vez una breve gira centroamericana e hizo una fugaz visita, la primera en su historia a los Estados Unidos.
El técnico revolucionó al equipo porque apuntó a la parte humana, a la recuperación de una autoestima que la sociedad boliviana tiene muy venida a menos, y nuestros jugadores también. En lo físico decidió pasar un mes en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de San Cugat en Barcelona. Allí algún jugador no pudo resistir y volvió a la patria. Finalmente, tras la larga espera y el paso digno ya comentado por la Copa América, Bolivia comenzó a jugarse la vida.
EL EQUIPO DE LA GLORIA
Si bien Darío Rojas jugó el primer partido en el arco, el titular indiscutible en la meta fue Carlos Leonel Trucco. El planteamiento de Azkargorta fue de un 5-4-1 dinámico según el desarrollo del partido, mas cerrado en la visita, con mucha proyección de los laterales como local y una subida progresiva de un par de mediocampistas que eventualmente se convierten en delanteros netos. Funcionó magníficamente, salvo el naufragio de Recife. De ese modo, Carlos Borja se convirtió en un marcador de punta que en La Paz subía al punto de ser permanente puntero de penetración. En el centro de la zaga Gustavo Quinteros y Marcos Sandy, y en la marca en la otra punta Miguel Ángel Rimba y Luis Héxtor Cristaldo que alternaba entre quinto zaguero, mediocampo de marca y delantero algo volcado a la izquierda. Cristaldo fue un verdadero motor del equipo. El medio fue siempre un lujo, Milton Melgar y Erwin “Platini” Sánchez como manijas, el uno para serenar y organizar el juego, y el otro para darle fuerza y proyección, además, en el festival de goles bolivianos, el remate aniquilador de “Platini” Sánchez fue más que decisivo. Julio César Baldivieso fue de una importante ductilidad en ese engranaje de penetración entre el mediocampo y el área, con algunas vivezas notables y con una capacidad como lanzador que en La Paz no tienen parangón en toda la historia de nuestro fútbol. Fue también un tiempo de madurez de un grande Ramiro “Chocolatín” Castillo, exquisito en el manejo de la bola y el tránsito del mediocampo al ataque.

Marco Antonio Etcheverry, apodado el «Diablo», fue sin duda el mejor jugador de la serie y el 93 su año de consagración
Marco “Diablo” Etcheverry merece un punto aparte. Con un talento innato mezclado con una velocidad desequilibrante, era un jugador capaz de cambiar un partido en una jugada, un hombre “tocado” por la magia del futbol que se transmite en los poros, siempre en el límite de la genialidad. La grave lesión que sufrió jugando para el Colo Colo impidió que Etcheverry fuera uno de los diez grandes jugadores sudamericanos de todos los tiempos Finalmente, en el lugar de la definición, alternaron William Ramallo y Álvaro Peña. Ramallo que parecía tener un romance con las Eliminatorias fue el hombre decisivo a la hora de la puntada final, con un sentido de la posición y la oportunidad envidiable, contribuyó enormemente a la clasificación. A Álvaro Peña le quedó la satisfacción de un gol inolvidable frente a Brasil.
Jugaron también en ese equipo de oro: Johnny Villarroel, Iván Castillo, Juan Manuel Peña, Sergio Rivero, Mario Pinedo y Modesto Soruco,
PARTIDO 1. PUERTO ORDAZ. VENEZUELA. UN RECORD AÚN VIGENTE

Sánchez rubrica la goleada en Puerto Ordaz con un extraordinario sombrerito. Bolivia 7 – Venezuela 1
El 18 de julio la selección comenzó a hacer historia en la pequeña población venezolana de Puerto Ordaz. Allí, en el estadio Cachamay comenzó un ciclo que Bolivia no había vivido jamás. La racha de cinco triunfos consecutivos que nos enloquecieron a todos. Tuvimos que esperar 27 minutos para comenzar a disfrutar de un sueño que se hacía realidad y no se detendría hasta el 29 de agosto. Cuando Palencia abrió la cuenta a los 15 minutos, nuestro archivo mental comenzó a funcionar como siempre, “Otra vez….ni con los venezolanos podemos, ¡Qué equipo este! ¿Hasta cuándo?, no gana uno para disgustos….” Y otra larga retahíla de lamentaciones. Pero el remate de Erwin Sánchez y el 1 a 1, nos empezó a enseñar otra lógica, otra sensación que prácticamente no conocíamos. El partido termino 7 a 1 para Bolivia.
De pronto, la explosión. Un taco genial de Baldivieso, la recibe Rimba, avanza en el área, la pasa al centro del arco y Ramallo no tiene sino que tocarla. 2 a 1 y el show comienza. El tercero llega por un remate seco de Cristaldo, cruzado y desde dentro del área grande. Y otra vez Cristaldo que como si fuese tiro de esquina lanza un centro al borde del arco, Ramallo solo no tiene que empujarla con la cebeza. Ya en la segunda mitad, el rosario continúa con una escapada de Etcheverry por la izquierda, un amague y un pase al entrevero del área para el remate contunden y alto de Platiní, 5 a 1.El sexto, el mejor de la tarde, comienza con una corrida de Baldivieso por la izquierda, con un defensor en el camino, centro corto al Diablo que hace ¡cuatro! Amagues destruyendo la defensa para encontrar el hueco exacto, y cuando está por anotar, le hacen falta, pero Ramallo completa la obra maestra con el gol. Sánchez, no contecto, gana de mano a un venezolano,. escapa por la derecha, enfrenta al arquero y le hace una “cucharita” dejando la pelota en el fondo del arco, 7 a 1. Un partido más que memorable.
Nuestra mayor goleada a favor en calidad de visitantes y la mayor goleada como visitante de una selección en la historia del futbol sudamericano.
Así reflejó Carlos D. Mesa Gisbert ese triunfo en la revista TELECINE N° 52 (Agosto de 1993) con el título BOLIVIA: EL HAMBRE DE TRIUNFOS
“Nos habíamos acostumbrado a esperar con los dientes apretados un empate salvador o cuando menos una derrota honrosa. Hace algunos días algún ingenioso acuñó una frase que resumía decenas de frustraciones: “Jugamos como nunca y perdimos como siempre”.
Por eso cuando el domingo 18 de Julio veíamos frente al televisor a Baldivieso hacer un taco genial, a Rimba correr por una punta y proyectar un centro perfecto y el toque también perfecto de Ramallo para el gol, simplemente no lo podíamos creer. Un periódico paceño tituló “Parecía algo de futbol ficción”, y en muchos sentidos reflejaba la alegre incredulidad de un país entero que por fin veía en su selección nacional dar un espectáculo futbolístico de primer nivel, con un despliegue de buena técnica, buena disposición táctica y un festival de goles nunca visto en el pasado.
Le ganamos siete a uno a Venezuela y les puedo asegurar que nunca olvidaremos este resultado porque es, ni más ni menos, un hito histórico en la saga del once verde que comenzó hace 67 años en Santiago de Chile, con un resultado idéntico, siete a uno, pero en contra, frente a la selección chilena.
Para quienes seguimos al milímetro el trabajo de nuestro combinado nacional, lo ocurrido en Puerto Ordáz no implica ninguna presunción, ni plantea un falso triunfalismo que sería ingenuo y absurdo. Seguimos siendo una de las selecciones más débiles de Sudamérica y aunque hemos mejorado notablemente nuestro desempeño técnico, los resultados no nos han podido sacar del fondo. Comparativamente hasta ahora, solo Venezuela está por debajo nuestro, y si en el pasado Bolivia estaba claramente por encima de Colombia y Ecuador, hoy las cosas son distintas. Desde hace algo más de una década los colombianos se han convertido en una potencia intermedia, sin haber logrado la consagración de un título que los equipare a Argentina y Brasil, están por encima de Uruguay, Paraguay y Perú. Y desde hace algunos años Ecuador comenzó un despegue que se pudo comprobar en la Copa América de la que fueron anfitriones. Hasta 1985 y por diez partidos consecutivos, los ecuatorianos no pudieron ganarnos nunca. Pero, desde ese año jugamos tres partidos, empatamos uno y perdimos dos por goleada tres a cero en Quito y cuatro a cero en la Copa América de 1991.

Ramallo anota de cabeza (uno de los tres goles que hizo en el partido), frente a una impotente Venezuela.
Estas eliminatorias son un desafío para nuestro futuro y para esa nueva mentalidad que parece haber implantado el vasco Azkargorta en nuestros jugadores, que no solo cree en el buen futbol, sino en los buenos resultados y que se basa en la confianza en uno mismo y en el poder de todos unidos. Mas allá de los monstruos como Brasil (bastante venido a menos, pues no hay que olvidar que desde el último campeonato mundial que ganó hace veintitrés años, solo ha obtenido un título, la Copa América de 1989 en su propio territorio), los uruguayos nostálgicos de sus viejas glorias, o de los pujantes ecuatorianos, Bolivia está en la posibilidad de romper un tabú, clasificarse por primera vez por la vía de las eliminatorias a una copa del Mundo, de la que tiene amargos recuerdos en dos breves participaciones (en 1930 en Uruguay con dos derrotas por cuatro a cero frente a Brasil y Yugoslavia y en 1950 en Brasil con un humillante ocho a cero precisamente frente al campeón de esa versión, Uruguay). No es una locura como podría pensarse, porque aunque menos que otros, las distancias se han acortado y esto es indiscutible, y si no nos clasificamos, hay ciertos bailes ya bailados que nadie nos podrá quitar.
Pase lo que pase en esta fascinante eliminación, el siete a uno frente a los venezolanos entró por la puerta grande de nuestro futbol.”
PARTIDO 2. LA PAZ. BRASIL. “EL” PARTIDO DE NUESTRA HISTORIA

El ‘Diablo’, la bestia negra de Brasil, supera, como lo hizo en todo el partido, a la defensa brasileña.
Pero el día señalado para la gloria boliviana fue el 25 de julio. El lugar, el estadio Hernando Siles de La Paz, el rival: la selección brasileña de Taffarel, Cafú, Valber, Marcio Santos, Leonardo, Mauro, Silva, Rai (Palinha), Luis Enrique (Jorginho), Zinho, Bebeto y Muller, bajo la dirección de Carlos Parreira.
Brasil, invencible en las Eliminatorias, jamás derrotado en un partido clasificatorio y gigante desde sus tres títulos mundiales. Brasil que nos había ganado en Eliminatorias anteriores en 1981 en La Paz y en 1985 en Santa Cruz. Brasil cuyo nombre y camiseta eran suficientes para aspirar como mucho a un empate, encontró, ¡Por fin! la horma de su zapato.
En 10 minutos, los últimos del partido, se desencadenaron los hechos mas importantes que haya protagonizado hasta hoy una selección de Bolivia en su historia. Un penal contra Etcheverry y Erwin Sánchez, frente a Taffarel, dispara (corren los 35 minutos del segundo tiempo), débil y al centro, el arquero ataja sin complicaciones. El estadio enmudece y asume que Brasil es invencible. Pero los locales no se rinden, hasta ese momento habían hecho un partido entre iguales con grandes opciones y con un fútbol de categoría. Bolivia ataca y ataca. A los 43 Etcheverry, magistral, escapa hasta el límite de la cancha tras superar a dos rivales, y con el último aliento forcejea con Valber casi en la línea de cal que marca el final del campo. No se rinda y lanza entre las piernas del defensor. Será lo que Dios quiera…lo que pudo haberse quedado como un centro corto en el área chica se vuelve milagro, la pelota rebota en la pantorrilla izquierda de Taffarell, pasa entre sus piernas y entra mansamente al fondo del arco.

Esta selección (que ganaría el Mundial de 1994), perdió un invicto de 40 años en Eliminatorias a manos de Bolivia en La Paz.
Fue el segundo más importante y la emoción más grande que se vivió nunca en nuestro estadio, que rugió como el león que ha esperado demasiado para este festín. Pero hay más. Dos minutos después, un centro de Cristaldo y Peña que escapa por el carril izquierdo y fusila sin problemas a Taffarel, a esas alturas convertido de héroe a villano. Bolivia 2 Brasil 0.
La prueba antidoping realizada a Rimba de Bolivia y Zetti de Brasil después del partido dio positivo. Gran revuelo. ¿Drogas?. No, mate de coca. La política boliviana de defender la hoja y diferenciarla de la cocaína quedó en vilo. Todos dieron por hecha la suspensión de ambos jugadores. Pero Bolivia preparó una solida defensa en un dossier que envió a Zurich con explicaciones culturales, médicas y químicas sobre el uso y efectos del mate de coca.
La FIFA absolvió a ambos deportistas y Bolivia gano el punto más destacado en su posición de buscar la despenalización de la hoja.
Así reflejó Carlos D. Mesa Gisbert ese triunfo en la revista TPRESENCIA (La Paz 26 de julio de 1993) con el título UN GRITO DESDE EL FONDO DEL CORAZÓN
“Grité y grité hasta que no me quedó ni un hilo de voz. Gritamos todos, abrazados, incrédulos, con los ojos nublados, con emoción, con el cuerpo convertido en un grande e inmenso corazón.
Pienso ahora que ese mismo sentimiento debió recorrer el Félix Capriles ante ese mismo rival cuando nos consagramos campeones sudamericanos. Solo ahora entiendo lo que es entregarse totalmente a la emoción. Todavía me estremece ese golpe eléctrico que nos sacudió a todos en el estadio. Una explosión que tardó unas fracciones de segundo hasta que la pelota, gloriosa, rodaba lentamente detrás de Taffarel y se quedaba detenida dentro del arco, y luego el mundo que se caía y las banderas de Bolivia inundándolo todo. Y a partir de allí una fiesta sin final. Un minuto después, como en imborrable fotografía, la escapada de Peña que encara a Taffarel y tranquilo, frio, goleador lo vence y el arquero, que creía haber encontrado su tarde después de una atajada espectacular, irrepetible ante una balazo de Platiní y definitivamente único otra vez ante Erwin Sánchez en el penal, vuelve a mirar anonadado la pelota dentro del arco.

Etcheverry ha hecho el gol de su vida. Bolivia el gol de su historia. Bolivia 1 Brasil 0 cuando el partido estaba a punto de expirar..

Taffarel no lo puede creer, Etcheverry, todavía en el suelo, tampoco. El Siles es una locura de emoción como no había vivido nunca antes.
Hicimos historia y por eso grité y canté y lloré de emoción, por eso estreché en un abrazo a Mario que no cabía en su inmenso pecho, por eso me abrace también con Pedro que tenia los ojos tan húmedos como los míos, por eso en esa emoción que no termina todavía, nos dijimos sin una palabra, en medio de banderas tricolores, ¡merecíamos estos goles, esta gloria, esta pedrada en el centro de la frente del invencible Goliat!, por todos estos años de sufrir y sufrir, de derrotas masticadas en silencio, de frustraciones y frustraciones que parecían, solo parecían, no terminar nunca.
Porque mas allá de Estados Unidos 94, mas allá del próximo partido, mas allá de todo, esta alegría sin límites se queda con nosotros, en nuestros corazones apasionados y capturados por el futbol, en estas almas teñidas de color inmensamente verde de la selección. El partido, este partido es en sí mismo un saldo de cuentas con el miedo, con los mitos, con las quimeras, con los sueños.
Este vasco testarudo nos enseñó a todos que se puede encarar una competencia sin complejos, con una mentalidad bien asentada en la tierra y con la capacidad de volar y soñar, les enseñó a nuestros hombre a jugar con hombría en cada milímetro de cancha (recuperando esa fiereza admirable del 63), y les dejó jugar con capacidad y calidad. En estos dos partidos que nadie imaginó (que todavía parecen deseos imposibles) Bolivia escribió historia en el futbol sudamericano. Se lo merecía ese gran capitán que es Carlos Borja, sobrio jugador, hombre sobrio, se lo merecía ese chico valiente como pocos que es Luis Cristaldo, y Erwin Sánchez que jugó dos paridos de excepción y lloró por ese penal que, el no lo sabía, nos abrió las puertas de la gloria, se lo merecía Etcheverry y ese toque mágico que terminó con tres décadas y media de historia y de temores ante la hasta hoy intocable verde amarilla. Se lo merecían todos esos jóvenes que nos dieron el triunfo, y lo merecíamos nosotros.
No lo olvidare jamás. En este partido en el que grité, sufrí y capturé la inmensidad del futbol como nunca en mi vida, con todos, coreando entre lágrimas el nombre de Bolivia. Tuve que esperar 39 años, bien valió la pena”.
PARTIDO 3. LA PAZ. URUGUAY. UN 3 A 1 QUE PERDONÓ LA GOLEADA
Después le toco a Uruguay. Debió ser una goleada, un 3 o 4 a 0 por lo menos. Los charrúas parecían congelados. Ni Kanapkis, ni Cabrera, ni Fonseca, ni Francéscoli, ni Sosa, pudieron evitar la tromba boliviana. El primer tiempo, a pesar de eso, terminó a cero, faltaba la claridad, la sencillez de resolución. En la segunda parte entró Etcheverry y se acabó todo. En su mejor partido de la eliminatoria el “Diablo” demostró lo que vale, abrió la cancha y señaló la ruta del gol. Sánchez, tras corner servido por Etcheverry, peinado de cabeza por Ramallo, la coloca cerca del ángulo derecho a los 27.
El segundo es la firma del fútbol claro y perfecto del “Diablo” que la lleva tranquilo, dribla, cambia de lado y cruza un remate zurdo y bajo sobre el arco. Melgar a los 41 rubrica el triunfo, tras pases de Platini a Ramallo y centro al área. El consuelo lo tuvo Francéscoli al anotar de impecable tiro libre a los 46.
PARTIDO 4. LA PAZ. ECUADOR. UN HUESO DURO DE ROER

Golazo de Ramallo, su mejor gol en la eliminatoria, el del difícil triunfo sobre Ecuador, tras brillante remate de Platiní que había rebotado en el travesaño.
Ecuador fue el rival más duro e La Paz. Un estrecho 1 a 0 con golazo de Ramallo tras espectacular remate de Sánchez que Espinoza contuvo a medias haciendo rebotar la pelota en el travesaño.

La pelota, tras impresionante remate de Sánchez, es rozada por Espinoza, pega en el travesaño y vuelve al campo donde el «Pescador del área», Ramallo, la cabecea de palomita y anota el gol de la victoria.
Fue el resultado final de un partido que los ecuatorianos plantearon con sobriedad táctica y disciplina y que en algún momento pudo ser empate. El planteamiento del partido fue complejo y el manejo del medio sector le costó a Bolivia, hasta que el gol lo aclaró todo.
PARTIDO 5. LA PAZ. VENEZUELA. UN PASEO CON AIRES DE BAILECITO
Con Venezuela en La Paz se repitió el festival de goles de Puerto Ordáz. Pero esta vez sin ocasión de descuento para los llaneros. Hubo goles para todos los gustos, desde el sombrerito perfecto de Etcheverry hasta el paseo en el área de Melgar.
Siete veces anotaron los nuestros en el arco de Cheo Gómez. Un 7 a 0 que determinó el segundo mejor resultado histórico de la selección desde 1926. El equipo parecía una maquina bien engrasada y mejor coordinada. Dos goles del “Diablo”, dos de Melgar, uno de Ramallo, uno de Sánchez y uno de Sandy rubricaron una tarde impecable.
PARTIDO 6. RECIFE. BRASIL. NO TE HAS CLASIFICADO HASTA QUE TE CLASIFICAS
Fue una fiesta que casi nos empachó. Bolivia fue despedida triunfalmente para enfrentar a Brasil en Recife. Teníamos 20 goles a favor y dos en contra, el mejor promedio de toda la eliminatoria, el mejor promedio que haya tenido la selección en su historia. Pero Brasil nos esperaba herido y desesperado por tomarse revancha. Los amarillos entraron tomados fuertemente de las manos a una cancha enfervorizada por los gritos de sus parciales. A los 12 Raí nos comenzó a borrar, a los 23 Bebeto, dos veces, nos borró totalmente. En 11 minutos tres goles. El partido concluyó con un contundente 6 a 0 en contra. El equipo quedó completamente desarticulado, como si nada de lo anterior hubiese valido, como si los jugadores albiverdes fueran unos novatos. Era un equipo anonadado, sin reflejos, sin reacción. El ajayu se había quedado en La Paz. Muller, Blanco y Gómez cerraron la goleada
Nunca antes se produjo una reacción parecida. Los jugadores fueron recibidos en El Alto como héroes, “¡no pasa nada, no pasa nada…!” coreaba la multitud con banderas bolivianas ante unos jugadores emocionados y un técnico que fue definitivamente seducido por el país. Los muchachos no perdieron la moral.
PARTIDO 7. MONTEVIDEO. URUGUAY. EL DESCARO DE PÉREZ HOYOS
En Montevideo vimos un partido especial. Al minuto de juego el árbitro colombiano Armando Pérez Hoyos cobra un penal absolutamente inexistente a favor de Uruguay. Un “piscinazo” que fue comentado como tal por toda la prensa internacional sin una sola excepción. Anota Francéscoli. No se podía creer. A pesar del predominio uruguayo Bolivia se juega, y tras gran remate de tiro libre de Sánchez a los 23, Ramallo se aviva dentro del área chica y vence claramente a Siboldi (que, por si fuera poco jugó a pesar de tener dos tarjetas amarillas en anteriores partidos, lo que legalmente lo inhabilitaba). ¿Termina el primer tiempo?, no que va, Pérez expulsa a Juan Manuel Peña y adiciona ¡9 minutos!. En el minuto 51, el sexto de adición, Fonseca empata con un gran gol.

Un triunfo uruguayo regalado por el árbitro Pérez Hoyos con el penal cobrado a los 2 minutos del partido y la prolongación insólita del primer tiempo (¡ocho minutos y medio!). A todo esto se sumó la expulsión de Juan Manuel Peña.
A pesar del buen juego de los bolivianos en un segundo tiempo equilibrado, el marcador no se mueve. El partido termina 2 a 1. Lo del árbitro superó todo lo previsible. Las sospechas sobre su comportamiento quedaron legitimamente instaladas en la FBF y toda la afición boliviana.
PARTIDO 8. GUAYAQUIL. ECUADOR. LA HORA SEÑALADA

Ramallo, el «Pescador del área». Goleador de la Eliminatorias, autor del gol de la clasificación en Guayaquil.
Y llega finalmente el otro gran día de esta Eliminatoria, el de la clasificación. 19 de septiembre de 1993. El rival, Ecuador. El lugar el increíble estadio Isidro Romero de Guayaquil, los espectadores apenas 5.000, la mitad bolivianos, en un aforo previsto para casi 90.000 lugares.
El equipo llamado a rubricar la hazaña es: Trucco, Soruco (Pinedo), Sandy, Quinteros, Rivero, Cristaldo, Borja, Baldivieso, Melgar, Sánchez, Ramallo (Etcheverry).
El primer tiempo es muy equilibrado con ligera predominancia de Ecuador, aunque con una defensa nuestra muy bien plantada. A los 46, una escapada de Sánchez con impecable dominio de balón, su remate es cortado a medias por un defensor. Ramallo que siempre espera la oportunidad como el goleador de cepa que es, gana la pelota y la levanta a un costado venciendo al arquero Espinoza. ¡Es el gol de la clasificación!, es el tanto más importante anotado en una Eliminatoria por un jugador boliviano.
En la segunda etapa, el monologo es amarillo, y con justicia Noriega anota el empate a los 38. A pesar de ello Trucco hace su partido de la eliminatoria y evita la derrota con atajadas monumentales. Pero ya nada importa. Brasil le ha ganado 2 a 0 a Uruguay en el Maracaná. Con el 1 a 1 es suficiente. ¡Estamos clasificados!
Hermosa historia la que escribieron los jugadores bolivianos coronando un sueño, al que estuvimos a punto de acceder en 1969, 1977 y 1989, y al que llegamos después de una ruta inolvidable en el 93.
Piénsese que ganamos cinco partidos consecutivos, casi el 30% de los triunfos totales logrados en los treinta y seis años anteriores de Eliminatorias. Anotamos 22 goles (el 34% del total), el mismo número que tardamos cuatro eliminatorias seguidas en hacer entre 1977 y 1989. Una hazaña, sin más.
Así reflejó Carlos D. Mesa Gisbert ese triunfo en la revista PRESENCIA (La Paz 20 de septiembre de 1993) con el título EN NUESTRA HORA MÁS GLORIOSA
“Maestro” (Víctor Agustín Ugarte) este es el regalo que buscó durante toda su vida futbolística. Aquí está la raza del futbol nacional. ¡Ganamos! Llegamos a la meta máxima que un futbol como el nuestro puede anhelar. Es el tiempo de la celebración y de las lágrimas, el tiempo de la bandera que flamea orgullosa, de la sonrisa de plenitud de millones de bolivianos. Como nunca, hemos acompañado a esta selección extraordinaria, hemos jugado en sus pies, hemos sufrido la tensión y la duda, hemos cantado el nombre de Bolivia, hemos empujado hombro a hombro esa pelota que corría sobre el césped impulsada por Etcheverry, Sánchez, Borja, Milton, Cristaldo…., hemos esperado detrás de Trucco, hemos saltado y hemos agazapado en él. Allí estuvimos todos, formando con nuestros corazones un alma gigantesca que acompañó a los jugadores hasta que en Guayaquil levantamos los ojos a los colores nacionales y se nos nublaron. ¡Bolivia en el mundial! y nos abrazamos y con nosotros el pasado, también ellos construyeron una ruta sacrificada para coronar el éxito. Mario Alborta, Víctor Agustín Ugarte, Wilfredo Camacho, “Tutula” Alcocer, Ramiro Blacutt, Ovidio Mezza, Carlos Aragonés, Erwin Romero…. Allí está el talento, la fibra, la garra boliviana, allí están las horas de gloria del campeonato sudamericano de 1963 y los momentos en que estuvimos a punto de lograrlo.
Pero fue en Guayaquil a la hora señalada. Desde 1950 y ese momento aciago de nuestra segunda participación en Brasil, el estadio Modelo pareció construirse para que Bolivia tejiera las últimas puntadas de una clasificación que se convirtió en una larga, hermosa fiesta. Aun y a pesar de Recife y Montevideo, termino con brillo en el remate definitivo de William Ramallo venciendo a Espinoza y colocándonos por fin en la Copa del Mundo.
Nunca antes habíamos hecho tanto y tan bien. Nunca habíamos ganado tantos partidos en una eliminatoria, nunca hicimos tantos goles, nunca se vió un despliegue de futbol por momentos tan esplendido, nunca pareció tan claro que llegábamos porque lo merecíamos. Nunca nadie había derrotado a los “intocables” brasileños en una eliminatoria. Nunca un país tuvo tanta solidaridad con sus gladiadores……
Xabier Azkargorta no dijo a todos, “antes que jugadores son hombres y como hombres plenos es que deben asumirse”. Y ese tan simple y tan grande secreto revelado a una nación entera, sirvió para que esos Hombres con mayúscula creyeran en sí mismos y llegaran a donde nunca habíamos llegado.
Esta es la hora más gloriosa del futbol de Bolivia, porque tuvimos que ganar ese espacio en nuestra casa y fuera de ella y porque, a diferencia de 1963, todos nuestros rivales presentaron lo mejor que tienen, por eso este merito es mayor que cualquiera que hayamos conseguido antes.
Levantamos los brazos y celebramos porque esta es una inyección de fe, de confianza y de espíritu, porque alguna vez teníamos que poder decir y gritar a pleno pulmón que podemos ganar y ganamos.

Rimba, Azkargorta y Soruco celebran la clasificación boliviana en el estadio de Barcelona en Guayaquil.
Gracias Trucco, Rimba, Sandy, Quinteros, Borja, Cristaldo, Melgar, Baldivieso, Sánchez, Etcheverry, Ramallo, A. Peña, Rivero, J.M. Peña y Pinedo por jugar y dejarlo todo en la cancha. Gracias Bigotón por trazar la ruta, gracias Loayza, Luza y Mercado por hacerla posible, porque todos hicieron lo que esperábamos, porque recogieron la historia y la pusieron en lo más alto del mástil, flameando junto al nombre y los colores de Bolivia.
UNA REFLEXION SOBRE EL FUTBOL COMO SÍMBOLO
Nacimos (en los años cincuenta) en una generación de iconoclastas, contraria a los ritos, a las formas, a la veneración de nada que no fuera la abstracta libertad, o la utopía, en la que todos seríamos iguales, más humanos, más justos, mejores. Fueron años turbulentos, locos y esperanzados, tanto como las locuras que tuvimos que ver en un mundo desquiciado. A pesar de nosotros mismos, conocimos y amamos mitos, porque nadie, por iconoclasta que sea puede sustraerse a los emblemas. Por eso estuvimos junto a la boina del Che, las guitarras de los Beatles, las flores de los hippies y el rojo intenso de las banderas revolucionarias que proponían y pregonaban el cambio venidero que nunca llegó.
Con el paso de los años, sin embargo, tome cada vez más conciencia de la necesidad casi vital que tenemos los hombre y las sociedades de ritos y formas. No se puede ser iconoclasta hasta el punto de quedar desnudo en el centro de nada. No se puede estar siempre mirando en lontananza el éxito de los demás, no se puede (y Bolivia lo sabe mejor que nadie) nacer derrotado, educarse en una historia de derrotas y creer que el destino que nos espera al infinito es el del fracaso. Tampoco se puede convertir a la nación en un país de ganadores por arte de un slogan o un decreto de optimismo. Se necesitan puntos de referencia, evidencias, elementos que nos permitan pensar que es posible.
Cuando Bolivia ganó el Campeonato Sudamericano de fútbol en 1963, apenas tenía diez años. Recuerdo entre brumas el triunfo frente a los argentinos, el cabezazo del triunfo nacido en las entrañas de Wilfredo Camacho y el júbilo de un país, pero no lo suficiente como para la comparación. Hecha la salvedad, siento que como nunca, Bolivia entera estuvo electrizada, hipnotizada por el futbol, deslumbrada por su propio éxito en 1993. Si el 25 de julio creimos morir de emoción futbolera en las graderías del querido Hernando Siles después del segundo gol al Brasil, junto a seis millones y medio de bolivianos, estuvimos sin respirar mientras se disputó un partido en el que parecía que se jugaba el pasaporte a la gloria o al desastre, cuando no se juega otra cosa que un partido.
Como nunca, el mundo entero (no es una figura es casi cierto), estuvo en 1993 pendiente de ese momento David enfrentando en su casa al viejo Goliat otrora invencible, y en el corazón de millones de pequeños davides, Bolivia fue un símbolo y una esperanza de saber algo tan sencillo pero tan terriblemente importante: ¡Que se puede!.
Es curioso e irónico, incluso los adustos intelectuales que despreciaron siempre el futbol, se rindieron subyugados por esta magia, transportados por las gambetas de arte del Diablo, los toques perfectos de Melgar, los pulmones interminables de Borja, la fuerza goleadora y clara de Sánchez, el sentido de oportunidad de Ramallo, el drama superado de Rimba y el buen humor perpetuo de Trucco. Ahí estuvieron, como todos, sin poder dormir ante la interrogante de un vulgar y prosaico partido de fútbol. Ahí estaban los niños encandilados, los jóvenes blandiendo estandartes, los viejos preguntando que chance teníamos realmente. Ahí estuvo un país entero detrás de un sentimiento tan natural pero tan infrecuente entre nosotros como el ansia de ganar.
Sin perder ni la perspectiva ni el equilibrio, Azkargorta y sus muchachos le regalaron a esta comunidad tan golpeada, tan acostumbrada a la resignación, tan poco generosa consigo misma a la hora de su propia valoración, un tiempo de triunfo, de optimismo, de esperanza, de autorespeto, de confianza.
Así, el fútbol dejó de ser ese maravilloso deporte-espectáculo patrimonio de los hinchas de todos los domingos, para convertirse en una terapia, en un respirar una larga y vivificadora bocanada de aire puro y fresco. Una catarsis que el país necesitaba desesperadamente. Y de verdad, como hace mucho que no sentíamos, nos pusimos todos, absolutamente todos, detrás de esa selección que hizo lo que nunca creímos posible que ni ellos ni ningún boliviano podía hacer, ganar y ganar, arrasar al contrario, superar las expectativas más optimistas para encaramarse en el cielo y mirar desde el podio de los ganadores, sabiendo que se siente cuando se está arriba.
Y entonces la bandera boliviana cobró más sentido, porque bajó del mástil y se hizo viva en los orgullosos brazos que la hacen flamear, la estrujan, la muestran, se pintan la cara con sus tres colores, y gritan una y otra vez el nombre de Bolivia a pleno pulmón. Para estar orgulloso de ser boliviano es un buen ejercicio de vez en vez este de cantar el himno sin timidez y a plena voz en medio de cincuenta mil gargantas en una tarde soleada de domingo en un campo de futbol, es bueno mirar el escenario salpicado de banderas, incluso con el bello multicolor de las whipalas que acompañan a la enseña nacional, es bueno mirar a los hijos pletóricos porque Bolivia gana y gana, después de tantos años de caras amargas y broncas contenidas y derrotas acumuladas sin compasión.
El futbol es un símbolo, ni más ni menos que eso. Un símbolo que necesitábamos con urgencia. El país vivió entonces una experiencia absolutamente nueva. Comenzó a reconocer una parte de sus sentimientos que estaban enterrados desde hace ya nadie sabe cuándo; los de la celebración, el éxito y la fe. No es poco lo que tuvimos que agradecer a ese español de bigotes que nos dio la vuelta el alma y junto a sus jugadores logró que nos recorriera un profundo estremecimiento, el de creer en nosotros mismos.
UNA CONVERSACIÓN CON XABIER AZKARGORTA*
Fragmentos de la entrevista realizada el 16 de Agosto de 1993 en el programa “De Cerca”
“Carlos Mesa.- ¿Qué te dice hoy Bolivia, mas allá de lo profesional y el éxito o del fracaso futbolístico?
Xabier Azkargorta.- Bolivia es un país al que estoy aprendiendo a querer, porque cuando la gente te hace sufrir luego la quieres mucho más. Al principio para mí fue muy duro, porque noté esa animadversión, sobre todo por parte de la prensa; no tanto de parte del aficionado que te para, te habla y te mima. El punto culminante fue el partido que perdimos con Chile, 1-3 en La Paz, porque las críticas de los días siguientes fueron muy duras. No eran críticas futbolísticas, sino personales, como si hubiera rencor hacia una persona. Cuando lo pasas tan mal y estas sólo, peleando contigo mismo, aprendes a querer mucho más lo que has logrado. Puede ser osado lo que hablo porque sólo llevo unos meses en Bolivia.
Muchos bolivianos tienen que aprender a quererse a sí mismos y a valorase. Hay detalles que me fascinan, quedas con una persona a las diez de la mañana y te viene a las once u once y media, pero ese no es el problema porque a cualquiera le puede pasar cualquier cosa, pero cuando llega tarde y preguntas “¿Por qué llegas tarde?”, te responde: “Es que los bolivianos somos así”. Es como para decirle: “Serás tú, no metas a toda Bolivia en tu impuntualidad”. Hay actitudes que sorprenden.

Álvaro Peña anota el segundo gol frente a Brasil a los 90 minutos del encuentro , por si cupieran dudas.
CM.- Tu mencionabas, cuando hablabas de Bolivia globalmente, las potencialidades y la mentalidad del país, el cambio que ha sufrido la selección boliviana, no porque hayamos descubierto algo que no supiéramos futbolísticamente, sino un cambio de mentalidad, de autovaloración.
¿Cuál era la valoración del jugador boliviano sobre sí mismo cuando tú lo conociste?
XA.- Era baja. El problema que encontraba cuando hablaba con los jugadores era una baja autoestima que era normal. Si tu estas en una situación laboral en la que no te pagan, en la que no tienes a quien recurrir, en la que no existe un estatuto que mínimamente te proteja, y todos los días tienes que ir a ese trabajo en el que no estás a gusto, terminás por tener una baja autoestima. Yo observaba, que no había puntos de comparación entre el futbol profesional de España y el futbol profesional de Bolivia en cuanto a infraestructura y medios económicos. Yo me encontraba en una situación en la que conocí a dirigentes que hacían un esfuerzo importante de su propio bolsillo para pagar cosas, pero se cansaba de pagar y cuando eso sucedía todo quedaba en el aire. El entrevistado también se informa y creo que tu también sabes algo de estar siempre preparado, “Always Ready” ¿no?, y conoces bien la situación.
Ha sido muy duro el tema del estatuto del jugador e imponer las reglas en las que el jugador tenga sus derechos y sus obligaciones, porque una de las cosas que más les he repetido a los jugadores es que no se puede ser futbolista a ratos. O se es futbolista siempre o no se es futbolista, no se puede ser que me cuido ahora porque tengo competición, o ahora me descuido porque no la tengo. Son situaciones que un profesional difícilmente acepta, porque no funcionan.
CM.- Por razones de estructura profesional el futbol europeo y español exige al jugador que quiere entrar, gana mucho dinero y ser estrella, un tipo de vida de disciplina. ¿Tú notas una diferencia muy grande en el concepto de profesionalismo entre España y Bolivia?
XA.- Sí, pero el equipo me ha demostrado que es capaz de autogobernarse y de autodisciplinarse; quizás porque les hemos abierto los ojos desde el punto de vista del ser humano, de que no se puede vivir en un permanente estado policial, porque yo no puedo estar haciendo de policías. Ellos tienen que autodisciplinarse y autoconvencerse de que las cosas son así. El hombre, aparte de ser un animal de costumbres es un animal de educación y muchas veces un jugador con 18, 19, ó 20 años llega a la primera división en Europa o en España y ya tiene dos o tres años en categorías juveniles en la que ha estado compitiendo a nivel nacional. Sabe comportarse en un hotel, en un avión, sabe sus horas, su disciplina, y cuando llega al futbol profesional tiene una mecánica y una dinámica de comportamiento adquiridas.
El futbol boliviano nunca progresará si los clubes profesionales no instauran categorías inferiores con una competición seria; sin eso no hay nada que hacer.
CM.- El tema es importante porque uno asume a las categorías inferiores en lo futbolístico y no se pone a pensar lo que representa la disciplina para el joven, el adolescente y el niño.
XA.- No solamente en la dinámica del futbol, sino en cualquier dinámica de deporte colectivo. En una escuela, al practicar cualquier deporte colectivo, le estas dando al niño una clase de educación cívica. Para poder jugar al futbol el niño no puede jugar sólo; necesita de unos compañeros y de unos rivales. Tiene que competir dentro de unas reglas de juego que si no las cumple será expulsado, habrá un juez que determinará si su comportamiento es bueno o malo, y un director técnico, un profesor, un educador, un entrenador que lo va a guiar y hará las veces de jefe.
Es un mini modelo de sociedad. El niño se va a encontrar en una sociedad en la que tendrá que trabajar en equipo, será una competencia que no tiene que ser desleal dentro de unas reglas de juego en la sociedad. Si no las cumple tendrá un juez que lo aparte de esa sociedad y tendrá un jefe de grupo o de empresa que lo va dirigir. Todo esto se le enseña al niño a través de un deporte colectivo; además se le da educación cívica jugando, que es como más fácil aprende el niño y que no es una aburrida clase con una pizarra.
CM.- La selección nacional, el grupo humano, es el eje mas importante de este país; aunque pueda parecer una exageración. ¿Te ha costado entrar en dialogo, en ritmo con ellos? ¿Para ellos ha sido difícil? Algunos en Barcelona, como el caso de Vladimir Soria pensaron que era demasiada exigencia, o era una cosa tan nueva para el equipo que no se acostumbró a él.
XA.- Ha sido un poco de las dos cosas. Fuimos exigentes porque el futbol de alta competición exige mucho. Son muchos meses de vivir apartado de la familia, de estar lejos, concentrado, de no poder hacer lo que te apetece en determinado momento, y la exigencia continua de la competición, la presión de prensa, el público, el tener que estar ahí continuamente es una presión para la cual no todos están preparados. Hay mucha gente que prefiere su comodidad, su rutina, y estar tranquilos; que también es justificable desde el punto de vista humano.
He obtenido una respuesta de los jugadores que me ha sorprendido, quizás por la ventaja de encontrarme con un terreno virgen y que ellos son más manejables. Hay una expresión de un jugador que suele decir: “El profesor nos abre los ojos”, pero los ojos ante la vida, no solamente ante el futbol. Nuestras charlas muchas veces son basadas en conceptos como la decisión, la voluntad, la dinámica de grupo y los tres yos que tiene un futbolista: el yo mismo, el yo social y el yo público, y lo que pueden afectar de una forma o de otra. Son conceptos que uno escucha y no parece que estuviéramos hablando de futbol, pero en realidad es el futbol, porque se puede tener a un jugador técnica, táctica, física y estratégicamente preparado, pero si no quiere ¿qué haces?. Lo primero que hay que lograr es que quiera y lo otro es mucho más fácil, es un proceso más acelerado porque el hombre antes de futbolista, quiere; y cuando el hombre quiere todo lo demás es más fácil. Así hemos entrado en el trabajo.
CM.- Cuando Bolivia le ganó 2-0 al Brasil, me enloquecí más, el que más me ha alegrado en mi vida porque Brasil significaba un mito, un símbolo. Brasil significa muchas cosas, como decía en algún artículo algún comentarista, se entraba a la cancha perdiendo 1-0 y había que ver qué pasaba. El resultado generó tu reacción en la cancha. Fue tan emotiva como la que te estoy mencionando; después tú respuesta fue más tranquila, ¿Es un resultado que recordarás mucho?
XA.- Si, pero no personalmente. Mis recuerdos son tareas concluidas. Lo que te conté del Tenerife en la Coruña fue mucho más intenso, porque ya se ha acabado. Sin embargo lo del Brasil era un recuerdo momentáneo, un impulso emotivo, porque termina el partido y te pones a pensar que sólo tenemos cuatro puntos y eso es lo que te rompe. Todo el mundo, está en la euforia y dice: “Ya estamos en el mundial”, ¡pero si tenemos solamente ocho puntos! Mi explosión será cuando tengamos todos los puntos. Me emocionó la dinámica del partido, peleando y haciendo méritos para ganar y llegar al punto culminante del penal que cuando lo consigues se derrumba. En ese momento el mundo se apaga y tú tienes que reaccionar, y ¿cómo reaccionas?, saliendo del banquillo a darle el abrazo al jugador que ha fallado el penal, no al goleador. Yo no salí del banquillo a celebrar los goles, salí al final a celebrar el partido pero a mí me interesaba mucho más el jugador que había fallado el penal.
Después de haber visto que todo se iba a derrumbar, incluso con un cierto miedo a que no ganáramos el partido, o incluso que lo podíamos perder, era el momento en tratar de hacer ese cambio, tratar de animar al equipo porque todos los jugadores vieron el abrazo del entrenador al jugador que había fallado. En ese momento tienes que reaccionar porque en los momentos difíciles uno está muy solo y ahí se conoce al amigo, en el momento malo, aparece sin llamarlo. Ese estado de emoción, de los goles, de la reacción del público, porque no recuerdo nunca el haber salido al campo como salí ese día. Con el Tenerife no salí al campo, me fui a celebrarlo al vestuario, pero ese día fue una cosa importante.
CM.- ¿Qué siente un hombre que no es boliviano al ver a un país electrizado, partido tras partido, celebrando en las calles con las banderas que flamean, no solamente en el estadio sino fuera del estadio? ¿Cuál es el vínculo emotivo que tienes con esa nación que está vibrando, no solamente por razones futbolísticas, por muchísimas cosas, en un país no acostumbrado a ganar?
XA.- No soy hombre de grandes actos, no me gustan los héroes…..
CM.- ¿Tampoco los mártires?
XA.- No, tampoco. Como decía Serrat, un amigo que compartimos juntos, y que le gusta utilizar esa frase que no es de él y que dice: “Morir por una causa sí, pero de muerte lenta”. No soy hombre que dice: “Soy vasco, soy español, soy patriota”, me gustan mucho más los pequeños detalles y aquí vivo de los pequeños detalles. Me emociona cuando vamos al campo, cuando vamos al entrenamiento, porque esa cholita, esa abuela, esas monjas, que viven delante del hotel donde estamos, que salen al balcón, esos presos que te escriben para que los ayudes, es lo que te da esa responsabilidad de que está en tus manos la felicidad de esa gente; eso es lo que me hace sentir bien.
Estos triunfos, ver la alegría de la gente, que Bolivia aparezca en todo el mundo y a grandes titulares, que se le conozca y se le reconozca está muy bien, pero uno no siente eso, yo siento mucho más esas cosas pequeñas. En mi vida he visto a abuelas que dejan la bolsa de compras para aplaudir cuando está pasando el bus y eso es lo bonito.
CM.- El futbol tiene la virtud de la explosión, pero también tiene el defecto de que es efímero. Un par de resultados negativos y estos héroes pueden convertirse en villanos. ¿Tienes miedo a que cuando todos estamos en el punto límite, llegue el derrumbamiento por resultados inesperados o porque los rivales saquen resultados que no esperábamos?

Elías Zaiduni (médico), Luis H. Cristaldo, Gustavo Quinteros, Miguel A. Rimba, Carlos Trucco y Marco Sandy. De cuclillas; Erwin Sánchez, William Ramallo, Julio C. Baldivieso, Carlos Borja, Milton Melgar y Marco A. Etcheverry
XA.- Ese miedo existe y hemos tenido charlas con el equipo sobre ese miedo de perder o de ganar, pero manejamos tres conceptos: la responsabilidad, la diversión y la expectativa. Tenemos miedo, pero un miedo que controlamos haciendo que esta responsabilidad no nos ahogue, siendo conscientes de que las expectativas son cada vez mayores y que a mayores expectativas el revés puede ser mayor.
Cuando damos el mensaje de que no nos importan los rivales, no queremos hacer números, sino centrarnos en los dos puntos que tenemos y esa es la mejor forma de combatir esa expectativa, ese pensar en qué puede pasar, en qué puede ocurrir e incluso el riesgo de una conformidad de que algunos puedan pensar:”Ya es bastante lo que hemos hecho”. No es bastante, hay que hacer cada domingo los dos puntos y olvidarse de lo que hay detrás y de lo que va a venir luego. Esa es la mejor forma de combatir el stress, la sensación de responsabilidad que en un determinado momento te puede bloquear.
CM.- El tema de Rimba y el mate de coca tuvo una trascendencia más allá de lo deportivo. ¿Cuál fue tu primera reacción cuando te enteraste del doping positivo?
XA.- Mi primera reacción es privada y personal, porque recibí un comunicado interno de Josep Blatter, que le comunicó a Guido Loayza, y Guido nos lo comunicó a mí y al doctor Zaiduni solamente. Estábamos preocupados, y antes de que se hicieran público quisimos elaborar una estrategia muy común, dentro de la cual estaba la parte jurídico-legal en la que Guido se estaba moviendo y en la que tuvimos, y hay que agradecerlo, una serie de ofrecimientos de todo el mundo; desde el Congreso de Viena, las leyes y laboratorios, todos a nuestra disposición. También hubo quien se precipitó en juicios prematuros y que me molestó muchísimo, porque a mí no me preocupaba Rimba futbolista, porque pasara lo que pasara Rimba seguiría en la selección.
CM.- ¿La primera reacción era la confianza en que Rimba decía la verdad?
XA.- Sí, porque yo llevo mucho tiempo con Rimba, sé cómo trabaja, cómo corre y conozco su forma de pensar. Si hubiera sido adicto, lo hubiera captado enseguida. La FIFA puede mandar sobre Rimba futbolista, pero no puede mandar sobre Rimba hombre. Si hubiera llegado una sanción, incluso de partidos, de meses o de años, Rimba hubiera seguido entrenando y cobrando porque sabíamos cual era el tema y más en un país como Bolivia o Perú donde el mate de coca no se lo toma para estimularse, con el sentido del doping, o de ingerir una sustancia artificial para aumentar el rendimiento. Quien piensa que con el mate de coca se rinde más no tiene idea.
En esos principios nos hemos basado, y gracias a Dios y a la labor de muchísima gente hemos conseguido a nivel futbolístico y político, a nivel de nación, la absolución de la FIFA, a pesar de que ahora ya han mandado el coletazo económico de la multa por negligencia a la Federación brasileña y a la Federación boliviana. Quizás habría que darle una visita a la FIFA también por negligencia, porque en los reglamentos del doping, ni siquiera mencionan a las infusiones que obviamente en Zúrich no se toman, pero en Zúrich hay otra gente en el futbol.
CM.- No es frecuente que la FIFA establezca, después de un doping positivo, una despenalización.
XA.- Es de alabar a la FIFA en ese sentido, porque siempre ha tenido la fama de que sus dirigentes eran unos viejos sesudos, arcaicos, carcas, pero nos han demostrado que no toman decisiones a la ligera. También leí el informe que presentó la Federación Boliviana de Futbol, era un informe excepcional, muy bien hecho, con todos los criterios de respeto y de prejuicio, sin amenazas, con datos científicos, legales y jurídicos. La decisión me sorprendió porque yo estaba pesimista. Después de leer el informe me quede más tranquilo, pero creo que se ha hecho justicia con un hombre que había estado trabajando. Se tomó un mate de coca y quisieron decir que era un drogadicto.
CM.- De rebote le ha tocado a Zetti, que no ha recibido ningún respaldo de su selección ni de su Federación.
XA.- Zetti llamó a Rimba, habló con él y le dio las gracias. Los cuadros brasileños también comentaron que todos los jugadores, cuerpo técnico y Federación Boliviana, habían dado una lección a la Federación Brasileña por haber creído en el futbolista. Eso es lo más importante para nosotros, salvar a Rimba hombre, porque más de uno se ha quedado con el culo al aire por haberse precipitado con argumentos baratos y sobre todo con argumentos sin información. Una persona que no tiene información no puede tener opinión.
CM.- ¿Xabier Azkargorta toma mate de coca?
XA.- Claro, lo que pasa es que me gusta más el café; pero recuerdo que cuando llegué aquí, los primeros días tomaba muchísimo mate de coca. Ahora sólo de vez en cuando y lo llevo a España porque a mis padres les encanta.
CM.- ¿Tú crees en lo de la altura?. La altura no es un mito, 3.600 metros tiene su significación. ¿Qué grado de importancia le das a la altura ahora que has dirigido a nuestro equipo mucho tiempo aquí?. ¿Es para asustarse si vienes de afuera?
XA.- Se nota mucho. Lo noté cuando empezaba a entrenar incluso con los jugadores que vinieron de Santa Cruz. Cuando vinimos del trabajo de España, apenas estuvimos en Cochabamba, y en el partido contra Chile, paradójicamente sentimos la altura; casi más que ellos. Los primeros días había que ver a los jugadores entrenar en La Paz, sobre todo a los cruceños; se morían. También hay un aspecto psicológico importante.
Me han contado anécdotas de equipos que han llegado a La Paz, que han jugado y alguien que les pregunto: “¿Qué les ha parecido la altura?” y ellos contestaron: “¿Qué altura?”. No se habían enterado de que La Paz estaba a 3.600 metros. El aspecto psicológico también juega mucho a favor y en contra respecto al equipo rival, y también en contra nuestra porque muchas veces se cree que la altura gana partido y eso no es así; hay que jugar.
CM.- ¿La altura te ayuda a ganar?
XA.- Más que ayudarte a ti a ganar, puede ayudar a perder al rival; pero no hay que confiarse y hay que acotarlo como una ayuda suplementaria. Como puede ser que Venezuela decidió jugar en Puerto Ordáz, pensando en que íbamos a asfixiar.
CM.- En Bolivia pasa una paradoja. Yo he hablado hace algunos años con jugadores cruceños y me imagino al “Diablo” Etcheverry, a Melgar o a Rimba, para hablar de hombre de oriente, con ese marbete de “los altiplánicos”. A los cruceños y a los benianos les debe reventar con mucha justicia. Nuestra selección es mayoritariamente oriental y juega en la altura.
XA.- Es un tema que también hemos tocado en la selección; el tratamiento de collas y cambas, pero no piensan todos igual, no hay una unificación de criterios. Ellos son conscientes que a nivel internacional la imagen de Bolivia es más bien del Altiplano, pero lo llevan bien; no tienen ese problema. Es un argumento que hemos utilizado alguna vez, incluso psicológicamente.
Recuerdo cuando llegué a Puerto Ordáz que todos los periodistas de Venezuela me preguntaban sobre el calor, la humedad, y como se sentía el equipo. Yo les contestaba: “Están encantados, porque la mayoría de la gente son de Santa Cruz y en este clima, en este ambiente, se sienten como en su casa”. Los venezolanos se quedaban sorprendidos y muchas veces creen que fisiológicamente influye subir y bajar, pero es un concepto equivocado.
CM.- La “bajura” ha sido un argumento de nuestra selección y durante muchos años dijimos que nos perjudica.
XA.- Me comentaron de alguna gente que está metida en deporte que nos tildaba casi de locos por haber ido a Puerto Ordáz directamente de La Paz sin haber estado en Santa Cruz. Nadie se adapta a la bajura, ni a la humedad, ni al calor. Se traspira igual y hay que beber igual de liquido. Hasta los marchistas mexicanos que van a competir en Stuttgart, en el mundial, vienen a prepararse en el Lago Titicaca para competir a nivel del mar. De arriba abajo no hay problema, de abajo arriba es el problema.
CM.- ¿Llevaras a Bolivia en el corazón?
XA.- Tengo que llevarla porque estoy metido de lleno en este país. Son esos pequeños detalles, esas vivencias diarias, que uno las vive con el corazón y que no puede abstraerse de ellas. Tendría que ser un tempano de hielo para abstraerse de todas esas vivencias. Tengo que llevar a Bolivia en el corazón y espero que también Bolivia me lleve en su corazón.
ELIMINATORIAS 1993 | |||||||
PARTIDOS DE LAS ELIMINATORIAS | |||||||
7/18/93 | PTO. ORDAZ | VENEZUELA | BOLIVIA | 1 | 7 | PALENCIA | SÁNCHEZ 3,RAMALLO 3,CRISTALDO |
7/25/93 | LA PAZ | BOLIVIA | BRASIL | 2 | 0 | ETCHEVERRY, PEÑA | |
8/8/93 | LA PAZ | BOLIVIA | URUGUAY | 3 | 1 | SÁNCHEZ, MELGAR, ETCHEVERRY | FRANCÉSCOLI |
8/15/93 | LA PAZ | BOLIVIA | ECUADOR | 1 | 0 | RAMALLO | |
8/22/93 | LA PAZ | BOLIVIA | VENEZUELA | 7 | 0 | RAMALLO, MELGAR 2,SÁNCHEZ, SANDY, ETCHEVERRY 2 | |
8/29/93 | RECIFE | BRASIL | BOLIVIA | 6 | 0 | RAÍ, MULLER, BEBETO 2, BRANCO, GÓMEZ | |
9/12/93 | MONTEVIDEO | URUGUAY | BOLIVIA | 2 | 1 | FRANCÉSCOLI (P), FONSECA | RAMALLO |
9/19/93 | GUAYAQUIL | ECUADOR | BOLIVIA | 1 | 1 | RAMALLO | NORIEGA |
30.06.1985 | S. PAULO | BRASIL | BOLIVIA | 1 | 1 | JC. SANCHEZ | GARECA |
ELIMINATORIAS 1993 | |||||||||||
PTO | EQUIPO | PJ | PG | PE | PP | GF | GC | PTS | DIF | %GOLF | %GOLC |
1 | BRASIL | 8 | 5 | 2 | 1 | 20 | 4 | 12 | 16 | 2.5 | 0.5 |
2 | BOLIVIA | 8 | 5 | 1 | 2 | 22 | 11 | 11 | 11 | 2.75 | 1.37 |
3 | URUGUAY | 8 | 4 | 2 | 2 | 10 | 7 | 10 | 3 | 1.25 | 0.87 |
4 | ECUADOR | 8 | 1 | 3 | 4 | 7 | 7 | 5 | 0 | 0.87 | 0.87 |
5 | VENEZUELA | 8 | 1 | 0 | 7 | 4 | 34 | 2 | -30 | 0.5 | 4.25 |
GOLEADORES | ||
ELIMINATORIAS 1993 | ||
RAMALLO | BOLIVIA | 7 |
SÁNCHEZ | BOLIVIA | 5 |
BEBETO | BRASIL | 5 |
ETCHEVERRY | BOLIVIA | 4 |
MELGAR | BOLIVIA | 3 |
RAÍ | BRASIL | 3 |
GOMEZ | BRASIL | 3 |
HURTADO | ECUADOR | 3 |
KANAPKIS | URUGUAY | 2 |
SOSA | URUGUAY | 2 |
BRANCO | BRASIL | 2 |
PALINHA | BRASIL | 2 |
GARCÍA | VENEZUELA | 2 |
FRANCÉSCOLI | URUGUAY | 2 |
FONSECA | URUGUAY | 2 |
ROMARIO | BRASIL | 2 |
PALENCIA | VENEZUELA | 1 |
CRISTALDO | BOLIVIA | 1 |
PEÑA | BOLIVIA | 1 |
HERRERA | VENEZUELA | 1 |
DUNGA | BRASIL | 1 |
SANDY | BOLIVIA | 1 |
CEDRÉS | URUGUAY | 1 |
MULLER | BRASIL | 1 |
EVAIR | BRASIL | 1 |
MUÑOZ | ECUADOR | 1 |
CHALA | ECUADOR | 1 |
MORALES | VENEZUELA | 1 |
TENORIO | ECUADOR | 1 |
NORIEGA | ECUADOR | 1 |
Aquel dia de tanta emocion;yo escuchaba el relato del partido por una emisora brasilera, habia salido del trabajo y me encontraba viajando a mi casa en una de las grandes rodovias que une Rio de Janeiro a São Paulo, llorava intensamente…
Hola amigos de Bolivia un saludo desde Quito Ecuador, les comento fui al partido el 10 de septiembre en La Paz y su pais me fascino, realmente como dice la canción «son una gran nación»
bolivia
SOY PERUANO Y LES DIGO A MIS HERMANOS BOLIVIANOS Q EXELENTE SELECCION DE BOLIVIA EN ESE MUNDIAL !!!!!!!!!! LE GANARON POR 1 VEZ A BRAZIL EN UN PARTIDO DE ELIMINATORIA !!!!!!! GRANDE Y VIVA BOLIVIA !!!!!!!!!!!!
excelente historia que lei gracias a mi papa que leímos juntos la eliminatoria 1994 gracias a la selección de Bolivia y los periodistas. Buenos aires 25 de julio 2015 Aaron soto
Pingback: 25 de Julho de 1993 – Bolívia 2 x 0 Brasil | Brazilian National Team - All Matches
Este 2018 se cumplen 25 años de la clasificación de la selección al Mundial de EE. UU. la epopeya del fútbol boliviano, sera posible la re-edición del libro «SALTO AL FUTURO» ???