El Técnico
A sus 43 años Julio César Baldivieso, que está entre los tres mejores mediocampistas bolivianos de la historia, lleva en la espalda una de las carreras futbolísticas más exitosas del balompié nacional. Con 21 años como jugador vistió 85 veces la casaca de la selección nacional en 11 convocatorias.
Clasificó al Mundial de 1993, lo disputó en 1994 y fue subcampeón de América en 1997. Vistió la camiseta de 12 clubes; 4 de Bolivia, 2 de Ecuador, 2 de países árabes, 1 de Argentina, 1 de Chile, 1 de Venezuela y 1 de Japón. Fue campeón de Liga en 4 oportunidades y jugador destacado en la Libertadores. Las campañas más extensas las protagonizó en Wilstermann (5 años) y en Bolívar (3 años).
Lleva 7 años como Director Técnico y ha dirigido 6 clubes, sólo uno de ellos por más de una temporada: Aurora. Tiene en su haber un título liguero precisamente con Aurora.
Su llegada a la selección fue consecuencia de la aguda crisis de la FBF, la más grave de su historia, tras el colapso de la gestión de Carlos Chávez y la imposibilidad de garantizar la continuidad de Mauricio Soria después de la Copa América. Su entrada en escena no pudo ser más dramática. Recibió el presente griego de un partido ya concertado con la Argentina, sin tiempo para organizar nada y apenas unos días para unir a un equipo que jugó porque no tuvo otra opción. El 0-7 debe entenderse como un “agujero negro” no imputable al nuevo entrenador.
La organización del nuevo ciclo coincide con el comienzo de las Eliminatorias para Rusia 2018 y con la terrible realidad de un fútbol ahogado en el infierno. Baldivieso ha apostado a su personalidad y su carisma y logró, contra todo pronóstico, un apoyo amplio de la afición que estuvo y está dispuesta a entender y aceptar que no se puede exigir lo imposible. El propio técnico dijo claramente que no debe esperarse como resultado final de este ciclo una clasificación al Mundial.

5 de octubre (AFKA) La Paz.- Fotografía oficial de la Selección Boliviana de Fútbol, en donde se incluye a la plantilla oficial de los jugadores y la dirección técnica.
Fotos:FBF
La Selección
Es evidente, salta a la vista, que Bolivia es la selección más débil de las 10 sudamericanas y que, probablemente, es la que arranca con peores expectativas de todas las selecciones bolivianas que disputaron el sistema todos contra todos desde 1996. ¿Cuál es, en ese contexto, la realidad que pone sobre el tapete Baldivieso? Analicemos hechos objetivos.
La casi totalidad de los convocados juegan en la Liga. 4 equipos son la base del seleccionado: Bolívar y The Strongest con 6 jugadores cada uno, Wilstermann con 5 y Sport Boys con 4 (una sorpresa que un club nuevo y chico aporte tantos jugadores).
La edad promedio es superior a los 26 años, por encima de lo que supondría un proyecto apoyado en jugadores muy jóvenes. De los 27 analizados, 1 es menor de veinte años y 7 menores de 25. El grueso, 14 jugadores, tienen entre 25 y 30 años, y otros 5 tienen más de 30.
Otra historia es la referida a la experiencia en la selección. Sólo 5 jugadores tienen más de 20 partidos con la verde. El más veterano, Juan Carlos Arce, ha jugado 46 encuentros, Rudy Cardozo 34 y Campos, Chumacero y Zenteno más de 20. 4 jugadores han disputado más de 10 encuentros, mientras que más de dos tercios de los deportistas han jugado menos de 10 partidos o ninguno (2 jugadores convocados aún no han debutado). Eso es, claramente, renovación.
La primera constatación empírica es que este cuadro prácticamente carece de jugadores “extranjeros” y se ancla en un fútbol local que tiene una liga muy poco competitiva y clubes que, salvo la semifinal de Bolívar en la Libertadores en 2014, no tiene opción alguna en torneos internacionales . Pero Baldivieso no puede inventar otra realidad. “Es lo que hay”.
A la hora de jugar
Veamos el funcionamiento futbolístico del equipo en su primer partido. Cabe subrayar que comentamos un planteamiento pensado para La Paz. Entre las virtudes, un razonable manejo del mediocampo y una condición de proyección ofensiva veloz con un traslado del balón mediante toques, intentando desordenar el doble bloque defensivo rival. A pesar de ello falta un temporizador y un constructor que recuerde algo de un 10 clásico. Entre los defectos, en la ofensiva la imposibilidad de redondear una estructura con capacidad de resolución en el área (confusión, desorden y nervios). La contrapropuesta fue doble e ineficaz, los remates de media distancia más bien tímidos y la decisión pertinaz (Arce fue el ejemplo más evidente) de llegar fuera del área grande y proyectar centros a las inmediaciones del área chica. Con solo mencionar a Muslera y Godín está todo respondido. Atrás, si bien era obvio que el planteamiento debió ser y fue ofensivo, se enfrentaron serios problemas a la hora de esperar y marcar por parte de los centrales, superados claramente en el juego de cintura y superados también los marcadores laterales sin condición de volver al ritmo de los centros largos del rival cuando propusieron contraataques que fueron letales. La marca en jugadas a balón parado fue más bien deficiente.
Es imperativo contar con un caudillo en el campo, no lo hay. La voz de mando, de orden, de seguridad de “¡aquí estoy!” es imprescindible y no se vislumbra aún esa figura.
Para terminar, encuentro una combinación todavía preocupante de equipo muy ligero (de cabotaje dirían en Argentina) y sin la fuerza anímica suficiente para remontar un marcador adverso. El problema crucial es no tener la condición y la certeza de gol, imprescindible para equilibrar emocionalmente al equipo.
Es el comienzo. Baldivieso se arriesga valientemente y eso está bien. Hay que ser pacientes, es cierto, pero es imprescindible aprender en cada partido y crecer a pesar de nuestras grandes debilidades.