Entrevista: Rafael Sempertegui, www.conmebol.com
El número de noviembre y diciembre de 2012 de la revista «Conmebol» publica una entrevista a uno de loa autores de este blog. La conversación sostenida en La Paz con el periodista Rafael Sempertegui, permitió un recorrido por la historia personal ligada a la del fútbol boliviano y recogió la veta más entrañable del vínculo del hincha del fútbol con la pasión de vida.
-¿Cómo surge la pasión suya por el fútbol?
-Me emocionó mucho el surgimiento del Rey Pelé. Llegó a Bolivia en 1962 para disputar la Copa Libertadores, yo tenía 9 años y fui a verlo con amigos de mi papá. Fuimos a las 4 o 5 de la mañana para ingresar por la tarde, la visita generó toda una locura. Santos le ganó a Municipal por 4-3. Ese fue un momento de emoción en el que le hallé el gusto al fútbol. Luego mi padre tenía un amigo, don Armando Pagano, quien era presidente de Always Ready, y le pidió que me llevase al fútbol. Fui a un Always-Bolívar, ganó el primero y desde entonces me volví un hincha furibundo de Always y desde entonces el fútbol es una pasión permanente, a pesar de que como jugador era muy, muy malo.
-¿Recuerda algún otro partido?
-Sí, un Always-The Strongest el año 1963, se definía el título. A Mario Di Meglio, que era mi ídolo junto a Griseldo Cobo, le tocó tirar el penal y falló. Eso provocó que Always fuera subcampeón y The Strongest campeón. Me fui llorando desde el estadio hasta mi casa. Ahí empecé a sentir más el fútbol.
-Con el tiempo Always perdió protagonismo, ¿Nunca se tentó de ser hincha de The Strongest o Bolívar?
-Me costó asumir la realidad de Always. Fui dirigente entre 1981 y 1991, fui vicepresidente cuando Jorge Romecín era el presidente. Nos tocó el descenso, logramos el ascenso en 1986, pero luego volvió a Primera A. Eso me dejó una sensación amarga, aunque fortaleció mi ligazón con el club. Mi interés en los clubes grandes de Bolivia es con ambos. Mi hijo es un fanático de los académicos, así que me inclino un poco más por Bolívar, pero mi corazón está trasladado a la Selección. Religiosamente voy a los partidos de la Selección y de los equipos bolivianos cuando juegan torneos internacionales.
-¿Qué partido le marcó su vida como aficionado?
-El partido de mi vida, donde volqué mi mayor emoción y sentí la mayor sensación de éxito de toda mi historia como un hincha, fue aquel del 25 de julio de 1993, cuando Bolivia le ganó 2-0 a Brasil. Fue el más importante en la historia del fútbol boliviano, según mi gusto. Podemos mencionar otros: el que ganó Bolivia a Brasil en Cochabamba cuando se logró el Campeonato Sudamericano de 1963, el partido inaugural del Mundial ‘94 con Alemania y otro de 1963, Bolivia ganó a la Argentina por 3-2. Desde el punto de vista de clubes, me tocó mucho cuando en 1968 Always se consagró campeón. Pero el partido de mi vida es haberle ganado a Brasil y el gol de Etcheverry, que se da uno entre un millón. El mérito está en la batalla del Diablo por no perder la pelota, la confrontación contra un brasileño y luego la magia, la fortuna y otras cosas cuando entra el balón entre las manos y pies de Taffarel, como decimos aquí, de rosco.
-¿El 93 fue entonces el año más exitoso del fútbol boliviano?
-Sin duda, pero tengo un recuerdo muy bonito: cuando fui Presidente de Bolivia, Bolívar salió subcampeón de la Copa Sudamericana en 2004. Antes le ganó aquí en La Paz a Liga de Quito y estaba tan emocionado, que salí a la pista atlética con una bandera de Bolívar y la hice flamear. Me imagino que los atigrados habrán protestado y me habrán categorizado de bolivarista. Luego, decidí ir al partido final en Buenos Aires con Boca. Llegamos una hora antes, en medio de una trancadera, pero la ventaja de ser Presidente abrió la ruta expedita para llegar a La Bombonera. El presidente de Boca me invitó a ir al palco, yo le agradecí y me fui con la hinchada boliviana a la parte alta. Quien sí estaba en palco era el entonces jefe de la oposición Evo Morales. La derrota nos apenó, pero esa final generó una alegría especial para mí, porque rara vez un presidente acompaña éxitos deportivos.
-Hay una sana disputa entre quienes valorizan el equipo de 1963 y quienes prefieren el del Mundial ’94, ¿Cuál tuvo mayor jerarquía?
-Como primer título histórico, el de 1963 puede considerarse como el hecho más importante, pero el equipo de 1993 era de una calidad superior. Bolivia nunca tuvo una selección del talento de ésa. Con mi amigo Mario Espinoza siempre discutimos quién fue el más grande jugador de la historia de Bolivia y hay tres nombres. Yo creo que Erwin ‘Chichi’ Romero fue el más grande, pero (Marco) Etcheverry fue el mágico, el explosivo, el que te sacaba el conejo de la galera y (Víctor Agustín) Ugarte fue el más completo, es el equivalente a Alfredo Di Stefano. Como Etcheverry a Maradona y Romero a Pelé, si valen las analogías.
-¿Ramiro Castillo habrá sido el mejor del fútbol paceño?
-Chocolatín también tuvo magia, pero me pongo en un conflicto porque Ramiro Blacut fue otra gran figura, un jugador extraordinario. Castillo tuvo el privilegio de ser del grupo de 1993 y Blacut del de 1963. Chocolatín tiene la muerte trágica que lo convierte en un referente con mucha identidad emocional, diría que tiene una leve ventaja.
-¿Qué recuerda de la defensa de la altura hace años?
-Es otro de los momentos de mayor alegría, felicidad y orgullo de mi vida. Me sentí pleno como periodista de haber ayudado a mi país a salvar lo que era un legítimo derecho, el que Bolivia pudiera jugar en La Paz. En el año ‘96 el Gobierno, la Dirección de Deportes y otras instancias lanzaron la campaña para la defensa junto a la Federación y un grupo de personas independientes. Fue la demostración de que un país unido podía lograr cosas importantes, pero no acabó ahí. En 2000 Joseph Blatter visitó el estadio Hernando Siles y se quedó impresionado de su categoría.
-¿Es un estadio más el Hernando Siles?
-Blatter vio un estadio mítico, con gran historia, de gran categoría. Dio un espaldarazo y el presidente Evo Morales, a quien se debe felicitar, puso su gran parte y se ganó una gran batalla por jugar donde nosotros decidimos. Fueron muchos años de lucha entre 1996 y 2008. Años después yo recibí una condecoración de la CONMEBOL, no por protocolo, sino que don Nicolás Leoz me la dio porque escribí la historia del fútbol boliviano, porque luché por mi país. Recuerdo que cuando visité la sede, lo primero que le pedí a don Nicolás fue tocar la Copa América, esa que de niño vi que alzaron Ugarte, Camacho y la que nos hizo tan felices.
-¿Cómo nace su pasión por la investigación y los números sobre el fútbol?
-En eso no tengo dudas, me formé como periodista con Lorenzo Carri. Yo era un adolescente en radio Universo, Lorenzo era el director de noticias. Era un apasionado de la historia, de la estadística. Un hombre al que admiraba mucho desde que yo era un chiquillo. Todo eso estimuló mi interés por desentrañar todas las estadísticas en el fútbol. Y por otro lado, como soy un historiador, esa llama se prendió cuando clasificamos al Mundial. Me dije que era un momento ideal para reconstruir la historia. Mi libro, ‘La Epopeya del fútbol boliviano’ es un recorrido de la historia de la Selección, que a la vez da pie a la del fútbol boliviano. Luego en 1994, Guido Loayza me invitó a escribir una parte del libro ‘El salto al futuro’, que fue el recuento de la clasificación y disputa de la Copa del Mundo. El punto de partida fue Lorenzo Carri, como una especie de mentor vinculado al fútbol y el punto de llegada fue ese de la clasificación.
-¿Estará bien dicho que Lorenzo Carri es el padre de las estadísticas en Bolivia?
-Sin ninguna duda. Lorenzo es un ejemplo de periodista, un ejemplo de honestidad y coherencia y un hombre de una pulcritud en el análisis de las cifras. Es el gran referente y nos inculcó la precisión, seriedad, no ser alegres en los datos y cotejar a quién dio gol la mesa. Uno de los debates más lindos que tuvimos con Jorge (Barraza) fue recuperar algunos goles perdidos de Víctor Agustín Ugarte en la Copa América. Nosotros teníamos 11 y la Confederación creo que le daba 7. Comprobamos las fuentes, fui a los periódicos y cuando tuvimos la información, la derivamos e hicimos que recuperara esos goles.
-¿Se animará a hacer otro libro?
-Esto lo analizamos con mi hijo Borja, estamos en los tiempos del internet y lo que se debe hacer es un libro vivo, uno que siempre esté en desarrollo y eso nos dio pie para crear un blog: historiadelfutbolboliviano.com que en realidad fue trasladar la mayor parte de los datos escritos en la ‘Epopeya del fútbol boliviano’ y ampliados. Me tiene muy contento, es una forma de vinculación familiar y un poco la segunda fase de la Epopeya.
-¿La política y el deporte son compatibles?
-Por supuesto, porque es muy importante que no pierdas el lado humano de las cosas. Cuando había partidos de la Selección siempre fui a verlos y jamás en el palco oficial, porque en las graderías lo vives mucho más. Siendo Presidente, igual iba marcando y tomando nota. Son compatibles porque no se puede perder el espíritu.
-¿Qué significó ser Presidente de Bolivia para Usted?
-Es el más grande privilegio que cualquier ciudadano pueda tener en su país. Fue el momento culminante de mi vida personal, la realización de alguien que ama a su país. Y hay algo que voy a recordar con gratitud. Yo logré un respaldo de más del 70 por ciento de la gente y después salí por la puerta grande de Palacio, con la satisfacción de salir por la calle tranquilo y que la gente te agradezca, eso es muy reconfortante. Espero haber cumplido con las expectativas y haber logrado revalorizar los mejores elementos.
-¿Cuándo fue Presidente el deporte tuvo su lugar?
-Seguro que sí y me enorgullezco que en nuestro gobierno se promulgó la Ley del Deporte, fue una gran tarea de muchas personas. Quiero citar a dos parlamentarios, Mario Paz Zamora y Carlos Borja. Es un orgullo haber sido coherente como Presidente con mi amor por el deporte.
-¿Bolivia tiene chance para ir al Mundial?
-El corazón nunca se rinde y cuando el equipo le gana 4-1 a Uruguay, se dice que hay opciones, pero si fuera un analista frío, diría que las posibilidades son muy limitadas. Xabier Azkargorta es el técnico perfecto para este momento, en el que debe reposicionarse a la selección en La Paz, ir a una transición generacional y lograr un nivel interesante.
Buena entrevista. Me toco estar en las graderias de dos esos partidos mas importantes de la selección: contra Brasil en 1993 y contra Alemania en Chicago en 1994. La epoca de oro.
El corazón no se rinde…quiza las eliminatorias al 2018 nos lleven a otro mundial? Ya veremos.