Pablo Escobar

Por Carlos D. Mesa Gisbert

Lo primero que se debe decir de este partido es que permitió a nuestra selección sacar la cabeza del agua y respirar. No es poco después del rosario de resultados frustrantes que ha hilvanado en meses y meses de partidos oficiales y amistosos.

Podríamos reflexionar sobre Paraguay y decir que fue una de las peores escuadras guaraníes que han jugado en La Paz en los últimos años, podríamos también hablar de un partido liviano, pero quizás lo pertinente sea descubrir unas pocas claves del equipo que logró el primer triunfo en esta eliminatoria.

Alejandro Chumacero

Descubro al incansable y diminuto Chumacero y me quedo con su imagen, la de quien vive cada minuto del partido como si fuera el definitivo, como debe ser, como si le fuera la vida en ello. En su espíritu retrato a un conjunto verde que de pronto, en instantes, tocó con talento y se acordó de las viejas paredes del fútbol de siempre, se atrevió a desafiar al contrario en el área, ensayó la creación y tuvo la efectividad que le es tan esquiva tantas veces.

Desde la madurez, el Pájaro Escobar, recostado en una de las alas de la cancha e impulsado por sus propias alas, con claridad, mirando el fútbol con inteligencia resolvió de modo impecable, como el buen futbolista que es, dos jugadas que fueron dos goles decisivos. Los que mereció el equipo y los que merecía él desde hace mucho vistiendo la verde.

Las circunstancias obligaron a Quinteros a inventar una defensa joven y dotada físicamente, pero aún envuelta en las inseguridades de la inexperiencia. Pudo resolver el pleito y salir airosa, pero a no equivocarnos, falta todavía alguien que lidere en el área, alguien que resuelva las salidas, que piense con frialdad los tiempos. En un partido fuera de La Paz esta zaga es todavía una apuesta arriesgada.

Una palabra para Alcides Peña, decisión. Otra para Flores, mando.

Alcides Peña

Bolivia sacó la cabeza del agua, miró la luz y poco más. De lo que ahora se trata es de aprovechar el respiro para serenarse, para trabajar con la combinación de jugadores que nacen vistiendo la camiseta de la selección con aquellos que la llevan ya mucho tiempo en el pecho. Debe buscarse fortaleza psicológica, paciencia y trabajo que permitan que esos atisbos de talento dejen de ser pinceladas imperceptibles para empezar a ser trazos firmes de buen fútbol.